lunes, 27 de enero de 2014

What if...?

Algo que me gusta mucho del mundo de los cómics es el que existan muchos escritores para diferentes personajes, lo que da la posibilidad de deformar y recrear historias, eventos, situaciones y características. ¿A qué me refiero? Batman, por ejemplo, fue creado Bob Kane y Bill Finger por allá de 1939, y a lo largo de los años ha sido retomado por un mar de personas que lo han ido adaptando y cambiando. En un inicio, no se sabía que Bruce Wayne era el excéntrico millonario detrás de la capa, ni que era huérfano, ni que debajo del disfraz del murciélago se esconde alguien asustado, paranoico y con una inteligencia casi meta-humana, experto en casi todas las artes marciales conocidas y con un profundo conocimiento en criminalística.
Los personajes van cambiando y cada vez se hacen más complejos, cada autor pone un granito de su costal y así, como las leyendas, cada vez se van volviendo más interesantes y con mayor profundidad, dando paso a mayores enredos e historias más intrincadas. 
Esto, a mi parecer, es una de las cosas más padres del cómic americano, por lo menos en cuanto a Marvel y DC se refiere. Los personajes complejos con un trasfondo abismal, con años de trayectoria, son algo muy sabroso de leer, siempre y cuando se tenga algo de tiempo.
Pero hoy comienzo hablando de esto porque quiero tocar otro tema: Los "What if" o los "Y si", algo que te resultará familiar si eres aficionado a los cómics. Cuando tienes personajes de este calibre, en ocasiones, por diferentes circunstancias, puedes tomarlos y situarlos en eventos o posiciones que normalmente no ocurrirían, dando aun más complejidad a estos seres. Es decir, retomando a Batman, ¿te imaginas qué hubiera pasado si en el asalto donde mataron a los padres de Bruce Wayne, el muerto  hubiera sido él y no ellos? ¿Seguiría existiendo Batman? ¿O qué tal que, por alguna razón Bruce Banner no se hubiera transformado jamás en Hulk? ¿Qué hubiera sido del Doctor Banner? Este tipo de situaciones se han planteado ya desde hace mucho tiempo en el universo "friki", dando resultado muy interesantes.
Tomar a tu personaje y situarlo en el momento y lugar, diferentes, por llamarlos de alguna manera. ¿Qué pasaría?
En la vida hay situaciones a las que nos acostumbramos, igual que a los personajes de cómics, libros, películas o series de televisión, porque son cómodas; pero en ocasiones ocurren eventos que nos sacan de la zona de confort en la que está nuestro personaje. ¿A poco no es interesante ver a nuestros personajes haciendo cosas que jamás nos hubiéramos imaginado que hicieran? Estar el lugares lejanos, compartiendo con personajes diferentes, viviendo experiencias y situaciones antes imposibles, enfrentando batallas al lado de otros que en otro universo pudieron haber sido sus enemigos. 
Hoy, en realidad, es en eso de lo que quiero reflexionar hoy. Me gusta vivir haciendo cosas que no me hubiera imaginado hacer antes, exprimiendo esos "What if", sin que quede remordimiento de no haber hecho lo que siempre quise hacer y que antes por alguna u otra razón no me sentía capaz.
A veces me miro en el espejo y me encuentro con una versión diferente de lo que era (o soy, no lo sé todavía) en otra realidad, haciendo cosas increíbles en escenarios inimaginables con personajes que desconocía y que ahora son protagónicos, a mi lado. Es de lo mejor que me ha pasado.
En otro momento de mi vida odiaba los What if, pensaba "¿Por qué hacen esto?  ¿No pueden darle un seguimiento normal a los personajes? Así solo revuelven a los lectores". Ahora me encanta encontrar a personajes familiares en situaciones raras y diferentes, me saca una sonrisa leer los cambios y las cosas que antes no podían ser y ahora son, aunque a veces sean tristes, como cuando algún personaje de Marvel muere en el universo Ultimate, porque ahí si alguien muere, a diferencia del universo canon, seguramente quedará muerto (hasta que decidan acabar con esa línea temporal, otra vez).
¿Y tú? ¿Hay algún What if que quisieras vivir? ¿Por qué no lo estás probando en este momento?
Bueno, ya en serio, fuera de mi discurso motivacional, si tienes algún interés en conocer alguna historia de este tipo con personajes conocidos y no quieres leer, te recomiendo dos historias principalmente, ambas ha sido llevadas al video de una manera encantadora. Estoy hablando de "The Flashpoin Paradox" (En español llamada "La Paradoja del Tiempo") y "The Dark Knight Returns" I & II (O "El regreso del Caballero Oscuro"), ambas adaptaciones de DC Comics, si no las has visto, ojalá puedas echarles un ojo, valen la pena. 

martes, 7 de enero de 2014

La verdadera historia sobre porqué me miro en los espejos



Desde niño siempre mostré interés en diferentes disciplinas, digamos que me gustaba clavarme y aficionarme a las cosas. Primero fueron los viajes en el tiempo, luego los dinosaurios, los ovnis, la magia y la brujería y así hasta que un día di con un tema que fue de mi particular interés, aunque por lo peligroso que me resultó y sigue resultando para mi persona y las de mis seres queridos, he decidido retirarme totalmente de él. Hablo de la alquimia.
La alquimia, si la describimos de una manera bonita y poco oscura, puede ser llamada la frontera entre la magia y la ciencia. Cuando era niño ya me había interesado un poco en ambos temas, pero nunca logré tener un verdadero entendimiento con ellos. Con la alquimia fue diferente, aunque también debo agregar, no fue por azares del destino. No. Hay encuentros que están destinados a pasar, como el de Harry y Sally, Eva y la serpiente, Batman y Joker, o el del Hombre de la Barba conmigo. 
De niño solía acompañar a mi madre al tianguis, más para ver qué encontraba en los pasillos de interesante que para ayudarla. Uno de esos días, decidí desviarme un poco del camino general del mercado y entré en una calle que jamás había notado antes. En el suelo de la calle había un puesto algo diferente a los demás. Consistía solamente en una tela en la que había colocados diferentes objetos. Un par de botellas con algo que no estoy seguro qué era, quizá tripas o gusanos, no sabía diferenciar en ese momento; también había candelabros,  pipas, posters viejos, cacharros despintados, muñecos  usados y una máscara. Pero de entre todo, lo que más llamó mi atención fue un libro, o cuaderno, no sé cómo deba llamarlo, de portada color vino y de hojas arrugadas y amarillentas.
Al acercarme, el Hombre de la Barba me miró mientras observaba el libro.

-       - ¿Te gusta la alquimia?
-       - ¿Qué es eso? – Pregunté confundido. Al fin al cabo era solo un niño de 9 años.
-      -  Ah, es aquello que fue olvidado hace mucho tiempo – Dijo mientras se tocaba la barba negra, como la noche- ¿Sabes? No cualquiera nota ese libro. Dicen que solo llama a la gente que es capaz de leerlo. ¿Por qué no te lo llevas?
-      -  Pero no tengo dinero
-    -  Jamás dije que me tenías que pagar por él. Ten, tómalo, la próxima vez que vengas puedes pagarme por él, lo que puedas, aunque sea de poco en poco.

Mi madre siempre me dijo que no aceptara cosas de extraños, pero por alguna razón, en esta ocasión el Hombre de la Barba no me parecía un extraño cualquiera. Sus ojos me eran demasiado familiares, como si alguna vez hubiera soñado con ellos. Tomé el libro, lo hojeé un poco, pensándolo. De repente escuché el grito lejano de que me estaban buscando y salí de la ensoñación en la que estaba. Volví a mirar los ojos del hombre y asentí para luego echar a correr.
Al llegar al punto de encuentro con mi mamá, recibí el sermón de costumbre sobre que no debía hablar con gente extraña y que no debía alejarme demasiado, por aquello de la delincuencia. Sin embargo, durante todo lo que duró el regaño, mi madre jamás notó el libro bajo mi brazo.
Por las noches me levantaba de mi cama a leer con una linterna y con la puerta cerrada. No quería que se dieran cuenta que había recibido algo de un señor que parecía peligroso a los ojos de mis padres y que además le había quedado a deber dinero; suficiente teníamos ya con las deudas de las tarjetas de crédito de mi papá como para andar lidiando con pagos semanales del tianguis. Lo que más adelante hizo interesantes las cosas, fue que nadie notaba el libro entre mis pertenencias, era como si estuviera oculto a la vista de los demás.
Cada página del Libro me mostraba cosas que en un inicio no lograba comprender. Me hice aficionado a la lectura nocturna y a las largas desveladas. Cada diagrama, cada dibujo y cada pasaje, a través de los años se fueron haciendo más familiares. En voz de algún individuo de otro tiempo, pude conocer los pasillos de ciudades que habían dejado de existir hace mucho y los rostros de gente que había dado su vida para continuar la investigación plasmada en este… cuaderno de apuntes, si así se le puede llamar. Al principio no lo había notado por las prisas, pero estaba casi en su totalidad escrito a mano, con tachones y correcciones. Poco a poco, fui animándome a realizar los experimentos que en el cuaderno leía; comencé a contribuir a las correcciones, rayones y diagramas. Experimentaba con cambios simples, reconfigurar la estructura de alguna piedra, el color de un pedazo de tela; seguro que si  alguien de mi edad se hubiera dado cuenta de las pequeñas cosas que llevaba a cabo en mi habitación por las noches, se hubiera asustado. Comencé a salir en las madrugadas para conseguir las cosas que me hacían falta y que pudieran levantar sospechas que hacía algo fuera de lo normal.
Con el tiempo, dejé de ser niño y me convertí en adolescente. Mi interés por el mundo que no tuviera algo que ver con mi libro dejó de existir; solo veía a mis amigos por las tardes para aparentar, pero lo que en realidad siempre esperaba con ansias era el momento en que pudiera cerrar la puerta de mi habitación. Cada noche lograba cosas más complejas y triunfaba en metas más difíciles. Llegó una madrugada en la que me propuse lo prohibido por el libro: Conocer un ángel.
Para entender cómo funciona la alquimia hay que saber que el mundo se rige por ciertas reglas que no se deben romper. La primera y más importante Ley de la Alquimia es la Ley de los Estados Equivalentes. Si quieres obtener algo, debes pagar con algo del mismo valor. Si lo traducimos a la vida cotidiana lo podemos ver en el trueque, en la compra-venta, en el esfuerzo-recompensa, entre algunas otras situaciones. Siempre me pregunté cuál habrá sido el precio que pagué por el libro, pues cada semana volví a ir a tianguis, pero jamás volví a ver al Hombre de la Barba. Pregunté por él a otras personas pero siempre me tiraron de loco; una persona con esa descripción jamás había trabajado en ese mercado.
¿Cuál sería el precio de conocer un ángel? Hice los preparativos necesarios, tracé los diagramas de viaje conforme a las fórmulas del libro, ubiqué el día del ritual en el calendario e hice los sacrificios que debía. Sin darme cuenta, a lo largo de estos años, había logrado conjuntar la alquimia con otros conocimientos provenientes de otras fuentes. Cuando hice la invocación, comencé a oír las voces de seres perdidos hacía mucho tiempo, si no fuera por los círculos de protección alrededor, seguramente se habrían llevado algo más aparte de lo pactado con la Figura que apareció frente a mí.
-      -  ¿Quién eres? – pregunté, con la visión perdida entre el caos de afuera del círculo.
-      - ¿Qué deseas? – Contestó una voz abrumadora. No era masculina ni femenina.
-      - ¿Eres un ángel?
-      - No, pero si eso es lo que quieres hacer, lo puedo conceder por el precio indicado.
-    -  Adelante, estoy dispuesto. – Dije sin dudar. La verdad es que ahora que lo pienso, no sé en qué momento vino mi obsesión por conocer un ángel. Era tal, que al tener una presencia de ese tipo, pude contestar sin miedo.
-       - Muy bien.

Un dolor horrible, el mayor que había sentido en toda mi vida, se concentró en mi abdomen y sentí cómo algo dejó de estar en su lugar. Caí de rodillas y el círculo se rompió. Una multitud de manos, o más bien garras, trataron de tomarme, alcanzaron a rozar mis codos y mis brazos, aunque a esas alturas los rasguños eran el menor de mis dolores.
Al despertar estaba en mi cama, como si hubiera despertado de una pesadilla. Me levanté y busqué mi libro color vino, quería saber qué había pasado. Lo encontré en el cajón de siempre, pero al abrirlo, me llevé una gran sorpresa.
Las páginas estaban amarillentas y vacías, todas, salvo por un par, a la mitad exactamente. En ellas estaba escrito con lo que parecía ser mi propia letra:
“El precio que has pagado ha sido el justo. Cuando llegue tu ángel sabrás quién es, pues sentirás algo donde ya no sientes más, pero ten cuidado, porque en algún momento puedes dejar de ser aquel que jurabas ser”
El dolor de mi abdomen volvió y levanté mis ropas. Ahora había una gran cicatriz en ese lugar, además de que dejé de sentir en el abdomen. Al igual que el libro, mi marca jamás ha sido notada por los demás, como si no existiera.
A partir de ese día dejé los experimentos detrás de la puerta de mi habitación y viví la vida de una persona normal, esperando encontrar a mi ángel, hasta que un día, sin darme cuenta, estaba ahí parado a un lado mío. Lo supe porque volví a sentir algo en el abdomen, como mariposas. Una noche, una de ellas se escapó de mi abdomen mientras tomábamos café.

Cada vez que camino por las calles con mi ángel me miro en los reflejos para saber si sigo siendo la misma persona, para saber si no me he transformado en algo más. Aunque si de algo estoy seguro es que sigo siendo ese niño que cada noche quería platicar con un ángel. Un niño que está dispuesto a pagar el precio para poder seguirlo haciendo.


Para Mónica.

domingo, 5 de enero de 2014

Inspirado en Crows Zero II

Prefiero ser un cuervo y poder volar libremente, a ser un ave colorida con un canto bello encerrada en una jaula sin poder extender las alas.

sábado, 4 de enero de 2014

Mi verdadero apellido

Hoy fui con mi padre de compras al centro. Durante un par de años una pregunta rondaba mi cabeza. Siempre quise saber el verdadero nombre de mi abuelo, al que nunca conocí. Mi padre fue, lo que en algún momento se conoció como "hijo natural" o "bastardo", es decir, fue hijo de una aventura de mi abuela. Decidí aprovechar el trayecto de esta ocasión para platicar con mi papá, que de por sí es de pocas palabras.
 - ¿Cómo se llamaba mi abuelo? ¿Lo conociste? - Le pregunté de la nada. 
Fue chistoso, cuando hice la pregunta sonrió como queriéndolo ocultar, movió la cabeza afirmando y mirando al horizonte.
Él lo conoció a los 5 años, sin querer. Mi padre vivía de niño en un pequeño puerto llamado Topolobampo. Parece que mi abuelo era pescador o de algún oficio de la costa. Mi papá iba en aquel entonces en primer año de primaria y su profesora lo mandó a pedirle dinero a su "papá" para que pagara la colegiatura de la escuela. Él preguntó dónde estaba su papá y le dijeron dónde. Al llegar a la playa se acercó a un grupo de 3 hombres, confundido. Le dijo a uno de los 3:
- Oiga, papá - Uno de los hombres, el más cercano, le contestó.
- No, tú papá es él. - Señalando al que le quedaba más lejos.
Mi abuelo falleció unos 3 años después de ese evento, por complicaciones del hígado. Mi papá nunca lo conoció bien, aunque sí cruzaron palabra más de dos veces.
Lo que más me llamó la atención, al igual que a mi papá, es que todos en el pueblo sabían quién era en realidad su padre, su verdadero padre. Su nombre era Gumersindo Zamorano.

miércoles, 1 de enero de 2014

El primer día del año

El día de hoy no habrá una historia ni una anécdota. Aprovecho este espacio solamente para desearles a todos lo mejor en el siguiente calendario. Aunque para ser sincero, ¿por qué esperamos a que sea el inicio de un nuevo año para desearle lo mejor a toda la gente que tenemos en Facebook pero a la que llevamos años sin hablarle? Sí, entiendo que es una fecha especial y todos aprovechamos el día, pero también creo que deberíamos hacerlo todos los días. Recordémosle a nuestros seres queridos cuánto los apreciamos y también a esa gente a la que llevamos años sin hablarle el que seguimos ahí en caso de una emergencia, necesidad o lo que sea (aunque muchos seguramente no se sentirán así) y no solo por el compromiso de la temporada.
Felicidad y paz para todos, este año y todos. Gracias por leer.

martes, 31 de diciembre de 2013

El final del año

Hoy es el último día del año año según el calendario y la mayoría de nosotros aprovecha para festejar como una etapa que termina para dar paso a algo nuevo, las dificultades del año pasado quedan atrás y damos paso a todo lo fresco que nos depara el Año Nuevo.
Para un servidor, este año ha sido una etapa llena de cambios. Logré poner en orden mi peso y condición física, una de las metas que traía "atoradas" desde hace un tiempo para acá, así como también seguí postergando otra de ellas, mi tesis. Retomé viejas amistades, conocí a muchas personas nuevas y he tenido la oportunidad de conocer mejor a gente que no había tenido la oportunidad de tratar. He pasado un par de tragos amargos pero también he sonreído más de lo que pudiera imaginar, sobre todo en el último par de meses. He reído y he platicado, he aprendido y he aprehendido.
Sé que muchos de ustedes vendrán a este lugar a leer historias y anécdotas, cosas que encontrarán, definitivamente, pero en esta ocasión lo que leerán será solo un pensamiento, más que una reflexión.
Los cambios no tienen porqué comenzar al iniciar el año. Los cambios comienzan cuando uno quiere. ¿Mañana comienzas a hacer ejercicio? ¿Por qué no hoy? ¿Hay algo que le quieres decir a alguien la próxima vez que la o lo  veas? Coge el teléfono y díselo. Si vas a cambiar algo, hazlo de una vez, no pongas pretextos. Si no lo haces hoy, probablemente no lo hagas nunca; y no hablo de hacer las cosas sin planear o  hacerlas de manera irresponsable. Lo importante es comenzar el movimiento. Por ejemplo: Quieres mudarte de casa de tus padres para comenzar a vivir solo. No te saldrás como si nada a dormir en las calles; primero debes conseguir un empleo, el cuál quizá no salgas a buscar el 1 de enero, pero sí puedes comenzar a poner tus cosas en orden para hacerlo de una vez y estar listo al día siguiente, una vez que tengas trabajo podrás pensar en buscar un lugar para ti mismo. El chiste es no quedarse sentado a esperar que las cosas pasen. Quizá suene como alguno de los escritores motivacionales de cajón, pero las cosas no pasan solas. Necesitas hacer que las cosas pasen.
Dicho esto, espero que tú, amable lector, tengas el mejor de los años en este 2014 y que el 2015, 2016 y sucesivos sean cada vez más llenos de cambios. Felices fiestas. 

domingo, 29 de diciembre de 2013

Los Hobos de los alrededores

Cerca de la estación de metro Viaducto hay un albergue a donde llegan a dormir muchas personas sin un lugar donde pasar la noche. Hacen fila por las tardes en la calle para poder alcanzar una cama para descansar y no pasar frío, sobre todo en estas fechas invernales.
El horario del lugar es algo raro, pues por lo que he logrado observar, durante el día funge como un centro recreativo o deportivo, no estoy del todo seguro; pero por las noches recibe a la gente. Cuando estudiaba la carrera y salía de casa de mis padres a las 6 de la mañana para llegar a clase de 7, caminaba hacia el metro y a lo largo de la calle, junto a mí, lo hacían una multitud de "indigentes", que se dedicaban a diferentes actividades durante el día. Unos vendían chicles, otros cantaban o tocaban alguna especie de instrumento, mientras unos más solo mendigaban. Supongo que hasta la fecha lo siguen haciendo. 
Esta zona es un lugar donde hay muchos Hobos, Homeless, vagabundos, pordioseros o indigentes. Elige la etiqueta que quieras.
El motivo de la entrada de hoy es la reflexión que me causó una de estas personas hace un par de días. Mientras regresaba de hacer compras para la cena de Año Nuevo, en una esquina se me acercó una muchacha.

- No me vas a ayudar,  ¿verdad? ¿Ves? Es porque ya nadie es humano, no le ayudan a nadie.

Debo ser sincero y decir que solo volteé a verla un par de segundos antes de cruzar la calle. Traía yo varias monedas en el bolsillo y no me hubiera costado mucho dejar mis bolsas a un lado para darle una o incluso compartirle algo de la comida que acababa de comprar. Pero creo que lo que más me impidió hacerlo fue la parálisis causada por lo que dijo, desee un inicio estaba negando la posibilidad de que la ayudara, pero más que eso, la parte en que dijo "ya nadie es humano" fue la que me dejó congelado. ¿En realidad ya nadie es humano? 
Llegando a casa, consideré seriamente bajar a darle una fruta o algo de comer, pero no lo hice. En vez de eso bajé a verla para preguntarle qué necesitaba y la encontré discutiendo con un grupo de personas.

- Yo no estoy loca pero la gente siempre me dice que estoy loca. Un señor me dijo ahorita que me callara que porque estaba loca, pero yo no estoy loca.

Observé un poco a la distancia y me retiré de vuelta, evitando cualquier conflicto, con ella o con las personas con las que estaba. ¿Fui humano o no-humano al tener un poco de miedo a acercarme? ¿Somos humanos todavía por catalogar a alguien de loco? Me pregunto si realmente la muchacha tendrá algún desequilibrio mental. De lo que estoy seguro es de que mucho de lo que dijo era verdad: Muchos de nosotros hemos dejado de ser humanos, aunque sea solo un poco. Nos preocupamos tanto por nosotros mismos y nuestros seres queridos, que olvidamos ayudar a la gente que puede ser querida. 
Damos monedas a los mendigos sin ni siquiera verlos a los ojos. ¿Darles una moneda así es mejor que no darles nada? Pero una vez más, me pregunto, ¿cuántos de nosotros estamos dispuestos a recibir a estas personas desconocidas en nuestras casas para la cena de Año Nuevo? Hemos dejado de confiar y de valorar a los extraños. Estoy seguro que pocos llegan a hacerlo.
Los miramos con desprecio, cuando llegamos a mirarlos. En serio, ¿quién de nosotros estaría dispuesto a dejar las comodidades que nos parecen cotidianas para vivir en la calle? Un día comiendo, otro y otro no; un día durmiendo en el albergue si es que alcanzamos lugar, y otro y otro y otro no. Cada uno de estas personas fue una vez un niño con sueños e ilusiones. ¿Qué les pasó para que terminaran así? ¿Es su culpa?¿Qué son ellos hoy y qué somos nosotros hoy si no estamos conscientes de los demás?